“Sufre
mamón” ha sido el título elegido para el segundo musical que ha dirigido Xavi García. Tras el primer proyecto, “Cómo pudiste hacerme esto a mí”, este
artista, los alumnos del colegio Divina Pastora de Monóvar y otros jóvenes han
querido repetir experiencia. Ayer, 25 de julio, tuvo lugar la representación de
esta obra en el “Teatro Principal” de Monóvar con dos sesiones, a las 18.00h y
a las 21.00h.
“Sufre
mamón” se estrenó con el teatro a rebosar y un público lleno de expectativas. El guion
estaba repleto de guiños hacia costumbres, lugares y elementos típicos del
municipio, cosa que acercaba al espectador la acción. Las risas se sucedieron a
lo largo de los dos actos acompañadas de grandes canciones como la que da
nombre al musical, un medley de Grease o “Thriller” de Michael Jackson. Quizá
el guion pecó de falta de dirección o encadenamiento de los diferentes sucesos,
pues parte del público al final de la representación no fue capaz de definir la
trama concreta.
En
cuanto a los actores, hubo grandes sorpresas, como Raúl Gil, que brilló por su
naturalidad y desparpajo sobre el escenario. Su personaje ha de encontrar el
valor de confesar a su padre, un hombre un tanto rudo, su homosexualidad, cosa
que representó a la perfección. Ángel
Aso y Julia Esteve también realizaron un
gran trabajo basado en una interpretación desarrollada desde la interiorización
del personaje y una muy buena vocalización. Entre el elenco más veterano, llamó
la atención Carlos Maluenda, quien sorprendió a los presentes con un papel
bastante contrario a su personalidad pero que llevó a cabo con una
profesionalidad notable.


Algunos actores durante la representación
Así mismo, hubo varios colaboradores que no se
pusieron en la piel de un personaje muy distinto al suyo y que hicieron que al
público se le abrieran los ojos como platos. José Miguel Sánchez, uno de los sacerdotes
del pueblo y las pedanías, fue el encargado de oficiar la boda entre dos de los
protagonistas y lo hizo con mucho ritmo en las venas y con un gran humor. Por
otro lado, Tomás “el escandalós” dio el toque satírico durante el final del
segundo acto con sus frases típicas “monoveras” y con su particular tono de voz
que no necesita de micrófono para ser oído en un teatro entero.
Fotos de las escenas con José Miguel Sánchez y Tomás "el escandalós"
Respecto
a la parte musical, quizá las voces en playback restaron autenticidad y
frescura a la obra. Además, cabe destacar que muchos de los actores tenían
talento suficiente para defender con éxito los temas en directo. Aunque las
coreografías compensaban esto, ya que estaban muy bien elaboradas y la
coordinación entre los bailarines era óptima en bastantes ocasiones, cosa que
asegura que varias componentes del elenco estudian danza. La aparición de una
niña que realizó acrobacias en cintas
también logró que los espectadores dejaran volar su imaginación a la vez disfrutaban
de la belleza del espectáculo.
Acróbata con cintas
En
cuanto a los decorados, los fondos se realizaron mediante proyección, cosa que
moderniza la obra, pero también complica otros aspectos como los cambios de
escenas. El público veía directamente los cambios de decorados físicos o
tramoya, lo cual no es demasiado estético.
Pero en
general, los asistentes pasaron un rato muy agradable y desconectaron de los
problemas para dejarse llevar con las bromas de los protagonistas, que en
alguna ocasión representaron escenas de películas o series conocidas de manera
irónica. Además, hay que destacar que este tipo de actividades fomentan el compañerismo y aportan valores a los jóvenes que participan, cosa que hay que
agradecer en los tiempos que corren. Por lo tanto, el público ha de valorar no
sólo la representación en sí, sino también la labor educativa y de formación
personal que se lleva a cabo con estos talleres, pues tanto los que dirigen
como los que actúan y colaboran no hacen más que disfrutar y trabajar sin
contribución alguna por un proyecto en el que vuelcan su ilusión y su tiempo.
(Al ser
una representación no profesional no pondremos nota, porque no sería justo
comparar una obra amateur con una profesional, pues no poseen ni los mismos
recursos técnicos, ni materiales, ni experiencia).